Las conductas violatorias a los códigos de conducta y manuales de ética empresarial representan un riesgo corporativo permanente, razón por la cual muchas sociedades optan por contratar auditores internos o externos para protegerse. Sin embargo, la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados (Acfe) descubrió que es posible que existan recursos más confiables para investigar y detectar el fraude y las conductas de corrupción.
En efecto, en un estudio del año pasado, la Acfe encontró que son los empleados quienes detectan el 53% del fraude en las empresas, comparado con las auditorías que solo identificaron el fraude entre el 4% y el 15% dependiendo de si se trataba una actividad interna o externa.
Según la Acfe, aunque los auditores desempeñan un papel importante en las organizaciones y tienen la tarea de determinar la exactitud y veracidad de los estados financieros, gran parte del fraude y de los esquemas de soborno se produce por fuera de los registros. Además, los recursos principales utilizados por los auditores al revisar las actividades de una organización son comúnmente entregados por el cliente auditado, como la contabilidad y las inspecciones físicas.
En cambio, los profesionales de la gestión de riesgos poseen habilidades y experiencia específica en el giro ordinario de un negocio que les otorga ventaja sobre los auditores. Dentro de la profesión de cumplimiento hay muchos niveles diferentes de experiencia, como abogados, expertos en informática, contadores, contadores forenses y mineros de datos. Todas estas personas están altamente capacitadas en investigaciones que identifican y resuelven problemas complejos a partir de datos que obtienen directamente de la organización.
Adicionalmente, los profesionales dedicados al cumplimiento a menudo contrastan la información interna con fuentes de datos externas para tomar decisiones de manera informada. Estas fuentes incluyen, pero no se limitan, a información pública en medios de comunicación, registros gubernamentales, medios locales y bases de datos.
A menos que se solicite específicamente que se realice una auditoría forense para detectar fraudes es poco probable que una auditoría realizada por un auditor en el curso ordinario de los negocios descubra una mala conducta de fraude o de soborno. Por otro lado, es el profesional de la gestión de riesgos el que se centra en estos temas y está capacitado para investigar, evaluar y asesorar sobre fraude, conducta indebida y otras infracciones.
Algunas ventajas en el uso de profesionales de gestión de riesgos para la detección y el control del fraude y la corrupción corporativa incluyen:
- Pueden analizar la coherencia de la información y detectar sospechas: nadie mejor que los funcionarios de una organización para conocer el giro ordinario de su negocio y, por ende, nadie mejor que ellos para detectar las irregularidades en su funcionamiento. Una vez detectada una sospecha, es posible poner en marcha los mecanismos de investigación y control establecidos en los sistemas de prevención del fraude y del soborno que implican, a menudo, mirar más allá de las cifras para descubrir el fraude real y la profundidad de la mala conducta.
- Llevan a cabo el proceso de conocimiento del cliente: en la fase de conocimiento del cliente o la contraparte se toman las primeras medidas y controles para evitar conductas de LA/FT, de fraude y de soborno. En caso de cosiderarse necesario, el área de cumplimiento está en la facultad de exigir visitas físicas a las contrapartes como único medio para evaluar si una empresa es real o falsa. El proceso de auditoría generalmente no utiliza visitas al sitio u otra investigación de campo extensa para evaluar si existen vínculos riesgosos con compañías fantasmas dedicadas al fraude.
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